martes, 21 de junio de 2011

La Obediencia


Derribando argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo todo pensamiento a la obediencia a Cristo, y estando prontos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia sea perfecta. 2Corintios 10.5
Reina Valera Revisada (1960), (Estados Unidos de América: Sociedades Bíblicas Unidas) 1998.

Los términos traducidos por obediencia tanto en Hebreo (shama) como en Griego (Jupakou) denotan la acción de escuchar o prestar atención, someterse a la autoridad. Aunque obediencia se utiliza también en sentido secular, el significado central deriva de la relación con Dios. Él da a conocer su voluntad mediante su voz o su palabra escrita, y frente a ella no hay neutralidad posible: prestar atención humilde es obedecer, mientras desestimar la Palabra de Dios es rebelarse o desobedecer. La obediencia a Dios es una entrega total a su voluntad y, por consiguiente, obediencia y Fe están íntimamente relacionadas. La práctica de la desobediencia a Dios (Romanos 5.19; 11.32) llega a hacer del hombre un incapaz aun para oírle (Jeremías 6.10). Pero Dios envía a Jesucristo, quien cumple plena y filialmente la obediencia
En un culto de oración el predicador W. K. Gilliam dio el siguiente testimonio: Volábamos en un aeroplano de la ciudad de Denver, Estado de colorado, a la de Chicago, estado de Illinois.  por radio se le dijo al piloto que al llegar a esta ciudad no podría aterrizar porque había muchas nubes y las condiciones atmosféricas en general no eran favorables.  Cuando llegamos sobre Chicago no veíamos nada, sino únicamente nubes blancas, y permanecimos media hora volando en círculos sobre la ciudad. Repentinamente el aeroplano descendió en línea recta y aterrizamos con precisión en la pista que nos correspondía.  La constante comunicación entre el operador de radio del aeropuerto y el piloto, por ese medio que no veíamos ni entendíamos, hizo que pudiéramos descender en el momento y en el lugar más conveniente.  Esto puede ilustrar cómo Dios se comunica con el hombre por medio del Espíritu Santo, y también puede ilustrar que podemos tener éxito en nuestra vida espiritual si obedecemos a Dios y al Espíritu Santo, como Simeón obedeció.

La Biblia, por exhortación y mandamiento, requiere sumisión y obediencia a seis autoridades principales, a saber:
1. Los padres (Efesios 6:1; Colosenses 3:20)
2. Maestros (Proverbios 5:12-13)
3. Esposos (Efesios 5:21-22;5:24; Colosenses 3:18; Tito 2:5; 
1Pedro 3:1;3:5-6)
4. Amos o patrones (Efesios 6:5; Colosenses3:22; Tito 2:9; 1Pedro. 2:18)
5. El gobierno (Romanos 13:1-2; 13:5; Tito 3:1; 1Pedro. 2:13)
6. Dios (Génesis 26:5; Hebreos 5:9;12:9; Santiago 4:7).
La prueba suprema de la fe en Dios es la obediencia (1Samuel15:22; 1Samuel 28:18). 
La obediencia de Cristo al Padre (Filipenses 2:8) es el ejemplo supremo para los creyentes los cuales están llamados a ser hijos obedientes (1Pedro 1:14).



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